Patience

 

Historia. El 3 de enero de 2015 grupos armados de Boko Haram asaltaron la antigua base multinacional del ejército que había en la ciudad de Baga, en el noreste de Nigeria. Tras la huida de los soldados que custodiaban la ciudad, esta fue capturada, al día siguiente, por los terroristas.

Patience era, por aquel entonces, una joven nigeriana, la tercera hija de una familia de ocho miembros de los cuales sólo dos sobrevivieron a aquella fatídica noche. Cuando apenas el día llegaba a su final fue violada repetidamente, torturada y abandonada cerca del viejo mercado de pescado Doron, dándola por muerta.

Más de 2000 inocentes fueron masacrados durante aquellos trágicos días.

Con su sola fuerza de voluntad y la ayuda de una cooperante francesa, pudo escapar hasta Nguru y posteriormente a Niamey en Níger. Desde allí a Gao para acabar finalmente en Tombuctú en la República de Mali. Tras un viaje terrible e interminable llegó a Nouakchott, ya en Mauritania. Esclavizada durante más de nueve meses en aquel país, pudo, después de multitud de palizas y vejaciones, arribar a las costas canarias, en una endeble patera, prácticamente dos años después de aquella noche trágica del 3 de enero de 2015.

El destino quiso que su viaje sin fin, terminase en Madrid.

Hoy en día, está totalmente integrada y se considera una española más. Pero nunca olvidará Nigeria, ni a su familia y amigos. Patience es una preciosa mujer que hace las delicias de todos aquellos que la conocen. Su integración es perfecta. Tiene una sonrisa mágica. La sonrisa de los que han sobrevivido a la persecución.

 

 

Sinopsis. En este cortometraje, Patience (Paciencia) narra su historia, su huida y el profundo dolor que conmovió todo su ser.

Nos habla de su vida actual y de los seres queridos que quedaron atrás, algunos para siempre. Nos cuenta sus inquietudes y nos enseña a valorar la paz, el entendimiento entre los pueblos y el amor a la humanidad. En su corazón no queda sitio para el rencor, sólo para la esperanza. Definitivamente ha abandonado el pasado y el padecimiento. Ahora vive feliz. También nos habla de cosas nimias y de otras cosas que los europeos no valoramos y que para ella son tan importantes. La amistad, la honradez, la felicidad de lo cotidiano…

Sólo una mancha empaña su felicidad: la intolerancia que advierte en algunas personas a causa de su color. Ella piensa que esa intolerancia nace porque es diferente. Aunque se siente igual a las demás. Quizá sea producto de la ignorancia o del desconocimiento. Piensa, “No me conocen”. Y esto la hace sufrir.  La intolerancia, dice, es lo único que no he podido dejar atrás.

Pero no mira al pasado, a pesar de esa lágrima producto de la siempre presente intolerancia, que pugna por volver a brotar de sus preciosos y profundos ojos. Paciencia, se dice finalmente. Y se vuelve a llenar de luz, de vida y de alegría.

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